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martes, 11 de diciembre de 2012

Son dos años Nuria

Eso me dijo la gran Casalins, que por desgracia sabía de esto. Me aferré a esos dos años como una garrapata. No importaba cuanto, sólo saber cuándo. Cuándo volvería la normalidad, cuándo volvería a ilusionarme por las cosas sin que las buenas noticias se llenaran de lágrimas por no poder compartirlas en primera instancia con la persona que siempre se había encargado de difundirlas y de hacerlas reales.
Ahora dos años después, años raros, de comportamientos extraños, de excesos y defectos, de épocas tranquilas y de gran cinismo, supongo que propio del descubrimiento de Matrix “así que... en esto consiste?”; ahora que el deadline ha llegado, el dolor que tanto me asustaba sentir es lo que más me asusta perder. Ese dolor que te mantiene cerca, el que no permite que te alejes, al que se aferra mi recuerdo. Temo que si alguna vez dejara de doler significaría que he dejado de recordar y eso si me aterra.
Igual es a esto, querida amiga, a lo que te referías, dos años para asumir, ahora toca construir. Ahora entiendo, ahora me siento preparada para hacerlo sin sentir prisa por huir de la realidad, pintándola del color que me guste, pero sin ocultarla porque no es mi enemiga, dos años he tardado en comprender, nunca fui especialmente espabilada para estas cosas.
Me seguirá matando la nostalgia, pero ahora siento ganas, ganas de llorarme a moco tendido las buenas noticias, ganas de ver qué pasa ahora, ganas de reír, de vivir, de enamorarme, de cumplir años y celebrarlo por todo lo alto, porque también en eso consiste la vida.
Se que nunca te gustó molestar, pecabas de exceso en este sentido, y se lo mucho que hubieses sufrido si hubieses visto el resultado de tu marcha sobre nosotros, ya lo intuías y eso te hacía sufrir más que el dolor. Yo por mi parte, haré lo que esté en mi mano para honrarte de la mejor de las maneras posibles, seré feliz, porque tengo claro que es lo que más deseabas. Estos dos años te hubiesen quitado el sueño, como cada vez que percibías algo raro en nuestro comportamiento, y te hacía pensar que algo no iba bien, pero con gran discreción analizabas desde fuera para que no se notara que ibas a actuar.
Gracias por haber estado tan cerca siempre, y perdona por los desvelos, pero tranquila, porque voy a ser feliz, y porque aprendí, de la mejor maestra, a cuidar de mi misma.

(Esto es de hace unos meses. Me apetecía que fuese el primero, tras el piloto del comienzo, porque está en el origen del título del blog y porque me sirve de homenaje a quien fue lo mas importante)

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No suelo ejercer de censora, pero prefiero mirar primero, comprensible, no?